HOWLING (AULLIDO) 1-5
La pareja cogidos de la mano se dirigieron a un granero que estaba abandonado a las afueras del bosque, entrando dentro. Empezaron a besarse mientras que Izan la iba acariciando muuuy despacio, temblaba, su corazón palpitaba a gran velocidad. Respiraba muy lento, le daba miedo que Jennifer se quedara sin aire, sentía que podía hacerle daño al tocarla. Sabía que los lobos eran inmensamente más fuertes que el hombre. Jennifer noto que Izan le daba miedo acariciarla, cogiéndole la mano y poniéndola en su cuerpo le dijo.
– Jennifer; no tengas miedo, no me voy a romper, ven dame la mano, mira ponla aquí.
A Izan se le caían las lagrimas, no creía lo que estaba viviendo en ese preciso momento. Mientras tanto Elisa que estaba presenciando todo, no daba crédito a lo que estaba a punto de ocurrir. Sin pensarlo y acordándose que Izan tenía miedo al fuego, abriendo la puerta despacio y sin hacer ruido, hecho una antorcha encendida. Izan olio enseguida el humo y supo que dentro había fuego. Izan al darse cuenta, se puso a la defensiva y sin poder impedirlo se fue convirtiendo, poco a poco en un hermoso, grande, bello lobo. Jennifer se quedo paralizada al verlo, no daba crédito a lo que estaba pasando y se puso en cuclillas en el suelo, tapándose los ojos temblando de miedo. Izan al darse cuenta se fue retirando poco a poco con el rabo metido entre las piernas, los ojos con la mirada perdida, la cabeza acachada, hasta que al darse la vuelta echo a correr gimiendo, aullando, so lloroso y bastante triste, solo deseaba desaparecer de la tierra, de la vista de su amada. Estuvo perdido varios días sin que nadie supiera de él.
Jennifer no entendía nada, los hombres lobos no existían nada más que en las películas y en el cuento de caperucita roja. Pasaron los días Jennifer estaba con miedo y llena de inquietudes, sensaciones y sentimientos mezclados. Le apetecía, añoraba y deseaba correr a buscarlo, abrazarlo, al mismo tiempo deseaba esconderse del lobo. Soñaba por las noches que el lobo venia y la mordía, entraba a casa de sus abuelos matando a todos hasta llegar a su cuarto y se la llevaba. No pudiendo aguantar más la ímpetu, el desasosiego y la inquietud de ver que su amado había desaparecido, que no entendía nada y el miedo al lobo, decidió hablar con su abuela, ya que siempre había vivido en aquellos pasajes y seguro sabría algo relacionado con lo que le estaba ocurriendo a ella.
– Jennifer; Abuela, ¿estás ocupada?, necesito hablar contigo, preguntarte algo.
– Abuela; dime, estoy en la sala, con la chimenea, ven siéntate a mi lado, soy mayor y hace frio fuera.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales